Comentario domingo 12 TO.

 

El Evangelio nos muestra la compasión de Jesús por quien sufre y su poder sobre la muerte. «La muerte toca y cuando es un hijo, toca profundamente. Toda la familia queda como paralizada, enmudecida. Y algo similar sufre el niño que se queda solo, por la pérdida de un padre, o de ambos. En estos casos la muerte es como un agujero negro que se abre en la vida de las familias y al que no sabemos dar ninguna explicación. Y a veces se llega incluso a culpar a Dios. Pero cuánta gente, yo les entiendo, se enfada con Dios, blasfema, ¿por qué me has quitado al hijo, la hija? ¿Por qué ha hecho esto?… Esta rabia viene del corazón, del dolor grande», decía el Papa esta semana:

 

Jesús es Señor de la enfermedad y de la muerte. «Dios no hizo la muerte… Creó al hombre para la inmortalidad» (1ª lect.). Dios quiere la salvación y la vida.

 

En el Evangelio, dos personajes distintos, pero que tienen en común el dolor, la angustia, el sufrimiento; y sobre todo la fe en Jesús, fiarse de Él. «Tu fe te ha salvado» dice a la mujer enferma; «no temas, te basta tu fe», anima al padre angustiado. En Jesús se manifiestan el poder y la misericordia de Dios.

 

Jesús que había anunciado «todo  es posible al que tiene fe» (Mc 9, 23), alaba la fe de Jairo y de la hemorroísa, que se entregan con toda confianza en manos de Dios que es Padre misericordioso. En las dos situaciones se subraya el poder de la oración.

 

Estos dos personajes son un modelo para nosotros ante las situaciones dolorosas que surjan en nuestra vida; y nos están invitando a no tener miedo de acudir a Jesús; y a dejar que Jesús nos repita: «Levántate». Porque no existe sólo la muerte del cuerpo; existe también la del corazón cuando se vive en la angustia, en el pesimismo, en la tristeza. «Levántate»; seguro que tenemos de qué levantarnos: pereza, rutina, cansancios, desánimo; de todas nuestras heridas secretas que necesitan la «fuerza salvadora» de Jesús. «La muerte física tiene «cómplices» que son también peores que ella, y que se llaman odio, envidia, soberbia, avaricia; en resumen, el pecado del mundo que trabaja para la muerte y la hace aún más dolorosa e injusta»»La oscuridad de la muerte se afronta con un trabajo más intenso de amor… El amor es más fuerte que la muerte» (Papa Francisco). La muerte y Resurrección de Jesús tienen la palabra definitiva; ante la muerte la última palabra la tiene Dios.

 

DÍA DEL PAPA: Oración por el Papa. Tradicional Óbolo de san Pedro.»Donde está Pedro, allí está la Iglesia», decía san Ambrosio en el año 375.¡Felicidades santo Padre Francisco! ¡Tu est Petrus!. Con gratitud también, para el Papa emérito Benedicto.