Corpus Christi 29 de mayo 2016

 

La Eucaristía es el mejor don que Cristo ha dejado a su Iglesia; en ella nos muestra un amor hasta el extremo, un amor que no conoce medida. La Eucaristía es don del cielo; no es obra nuestra. Esta fiesta es afirmación de la Presencia real de Cristo en el Pan y el Vino consagrados.

 

«Es sublime el modo con el que Cristo está presente a su Iglesia en el sacramento de la Eucaristía.  Tal presencia se llama «real’, no por exclusión, como si las otras no fueran reales, sino por antonomasia, ya que es sustancial, y por ella se hace presente Cristo, Dios y hombre, entero e íntegro. La Iglesia profesa a esta presencia sacramental de Cristo un culto de adoración,  una prueba de gratitud»(Bº Pablo VI).

 

Necesitamos valorar y potenciar nuestra fe en esta presencia del Señor Resucitado. «Adoro te devote».Aquí está el tesoro de la Iglesia, el corazón del mundo. Presencia viva, real de Jesús. Nosotros celebramos, agradecemos, adoramos y amamos.

 

En la Eucaristía, se da el banquete, que «contiene en sí todo deleite». El Señor se queda en el Sagrario, -Corpus Christi permanente-, para estar a nuestra disposición y escucharnos; para que podamos disfrutar con Él y gozar de su buena compañía, en adoración y escucha; para acompañarnos en nuestras soledades, darnos luz en la oscuridad, alegría en la tristeza, fuerza en el cansancio, viático y esperanza en la enfermedad, y siempre amor. Nunca nos abandona, está junto a nosotros hasta el fin del mundo y nos acompaña,en el camino hacia la casa del Padre. Porque «nadie va al Padre sino por mí»,

 

En la fiesta del Corpus, podemos preguntarnos: ¿Qué lugar ocupa la Eucaristía en mi vida? Mi espiritualidad, ¿se alimenta y crece en torno a la Eucaristía?¿Vivo la presencia real del Señor, en el Altar y en el Sagrario? «No podemos vivir sin la Eucaristía».

 

A veces nos viene la tentación de separar el culto y el amor. El amor de Cristo que se entregó hasta la muerte por amor, nos obliga a la generosidad y al amor fraterno. Dar y darse, grandeza de corazón, crecer en caridad. Deja que resuenen en ti estas palabras de Jesús que habla a tu corazón:  «Dádles vosotros de comer» (Evang.). ¿Estás convencido de que Él multiplicará lo poco que tienes? Si te dejas cautivar por Cristo, surgirá la solidaridad. «Comieron todos y se saciaron» (Evang.) Cristo jamás defrauda.

 

Día de Cáritas: Dos procesiones: con Cristo presente en la custodia llevada por nuestras calles, y la otra, con Cristo presente en los pobres. Acaba de explicar el Papa (Catequesis del 18 de mayo, 16): «Ignorar al pobre es despreciar a Dios! Y esto debemos aprenderlo bien… El rico será condenado no por sus riquezas, sino por no haber sido capaz de sentir compasión por Lázaro y socorrerlo… La misericordia de Dios con nosotros está unida a nuestra misericordia hacia el prójimo; cuando falta nuestra misericordia con los demás, la de Dios no encuentra espacio en nuestro corazón cerrado, no puede entrar. Si yo no abro la puerta de mi corazón al pobre, esa puerta se queda cerrada también para Dios y esto es terrible». «Los pobres , los enfermos y los abandonados son la carne de Cristo» (Papa Francisco).